sábado, 12 de noviembre de 2016

Confusión

Abrió sus ojos y se encontró en una especie de parque que le causó una fuerte sensación de dejá-vú. Creía haber estado allí antes, pero, ¿Cuándo? Se sorprendió al notar que no podía recordarlo. Quiso huir de esta sensación, así que comenzó a caminar lentamente por el parque, alejándose del sitio donde había despertado.
¿Había estado durmiendo en ese lugar? No podía asegurarlo. Una sensación extraña hizo que su corazón comenzara a latir con más fuerza. ¿Por qué no recordaba? ¿Por qué? ¿Por qué? Un niño que venía corriendo hacía ella la distrajo de este pensamiento, obligándola a desviarse rápidamente del camino para esquivarlo. El niño siguió corriendo sin dirigirle una mirada.
Notó que había gran cantidad de personas caminando por ese parque. Era un día bonito. El sol brillaba en el cielo y se divisaban pocas nubes. Un día perfecto para que las familias salieran a jugar en un parque y las parejas se dieran unos besos tratando de esconderse de la vista de los demás, ¿Era un día del fin de semana? De nuevo la inquietud de no tener la certeza.
Había notado que desde hacía un tiempo había cosas que olvidaba. Cosas pequeñas. Cómo que día era, o que tenía que ir a trabajar, o cuál era el nombre de la ciudad en la cual vivía. Pero era la primera vez que se sentía tan desorientada. Los latidos de su corazón se hicieron cada vez más fuertes. Había comprado su sistema de Realidad Virtual hacía dos años. Sólo dos años. Desde hacía aproximadamente un año diversos científicos habían comenzado a advertir que estar expuesto a la Realidad Virtual durante mucho tiempo podía causar efectos secundarios pavorosos y se habían dado diversos casos extraños a lo largo del país. Pero ella no podía renunciar a la realidad virtual sólo por eso. No podía. Era alguien popular en su Comunidad Virtual. Y ya había visitado muchos países y lugares interesantes gracias a ello. No iba a renunciar a las ventajas que le ofrecía tener su lugar en el ciberespacio sólo porque algunos científicos decían que podía afectar un poco su salud.
Desde que se había perfeccionado la realidad virtual, los proveedores de internet se habían visto obligados a mejorar cada vez más la velocidad del mismo y las Redes Sociales habían pasado de ser páginas web a ser lugares en el ciberespacio. Su red social favorita era una que consistía en un enorme hotel de lujo, en el cual podía caminar, comer, ir a la piscina, jugar al golf, y muchas cosas más mientras conocía nuevas personas. Todo esto le divertía enormemente.
Pero a su madre no le divertía. No. Cuando ella pasaba muchas horas con el casco de realidad virtual puesto, su madre de vez en cuando venía y le retiraba cuidadosamente las conexiones del casco que iban directamente a su cerebro y se lo quitaba. Posteriormente de que ella despertara, discutían. Cada vez con más frecuencia. La madre le repetía, una y otra vez, que la tecnología no lo era todo, que sus avances servían para ayudar a la sociedad, pero ahora parecía que estaban alejando a las familias. “Detente. Te estoy perdiendo”.
Su madre era una experta en el diseño de material multimedia, de hipertexto e hipermedia. Diseñaba páginas web, grababa videos y organizaba información en internet. Incluso había ayudado con el diseño lógico de algunos de los lugares que se encontraban en los juegos de Realidad Virtual. Pero desde que ella empezara a pasar muchas horas con el casco puesto, ella había dejado de trabajar en ello poco a poco.
Acordarse de su madre disparó una alarma en su cabeza. ¿Tendría el casco puesto? ¿Estaba dentro de la Realidad Virtual? No conseguía recordar cómo había llegado a aquel parque. Miró a su alrededor, con su corazón palpitando con fuerza. ¿Era aquello real? ‘O era sólo un producto de las millones de conexiones que se ramificaban desde el casco hasta su cerebro?
Súbitamente, se acercó hasta un banquito, donde había un chico pelirojo sentado mirando al horizonte. Se sentó a su lado, hiperventilando.
-¿Esto es real?- le preguntó, conteniendo el aliento.
            El chico la miró con cuidado. Sus ojos inexpresivos. Respondió con una voz calmada:
-Es la segunda vez que me preguntan eso hoy.
-¿Y cuál es la respuesta?- preguntó ella, mirándolo fijamente.
-¿Acaso importa?
            Ella lo consideró por un segundo. ¿Importaba realmente? Sentía que debía importarle, pero ¿Le importaba?
-Sí. Creo que importa- lo pensó un poco mejor- debería importar.
 -¿Por qué?- El tono de voz del hombre se volvió incrédulo.
-Porque no se puede vivir siempre en el ciberespacio, se necesita el contacto con personas reales, con gente de verdad- No se dio cuenta que estas eran palabras que le había dicho su madre hacía mucho tiempo.
-Pero en la comunidad virtual puedes hacer lo que quieras e ir dónde quieras, sin restricciones.
            Ella lo consideró. Tenía razón. La realidad virtual podía ser mejor que el mundo real. Pero no estaba satisfecha. Allí no estaba su madre, no estaba su trabajo. Quería saber. Necesitaba saber.
-No lo sé- le contestó- necesito distinguir entre lo que es real y lo que no.
            El hombre la miró nuevamente. Esta vez con más cuidado, como si la estudiara. Casi como si pudiera leer sus pensamientos. Se sintió inquieta otra vez.
-¿Sabes que les pasa a las personas que mueren dentro de la Realidad Virtual?- le preguntó.
            Lo sabía. Asintió.
            El hombre metió la mano dentro de la chaqueta que llevaba y extrajo un cuchillo de mediano tamaño, con la hoja plateada y el mango negro. Se lo tendió.
-Si despiertas, sabrás que esta no era la realidad.
            Ella tomó el cuchillo y asintió, agradecida. ¿Cómo no se le había ocurrido aquello? Era tan sencillo, tan obvio.
            El hombre se levantó del banquito y se alejó, dejándola sola con el cuchillo en la mano.
            Acarició la hoja con delicadeza y sonrió. Sólo había una manera de saber si aquello era real o no. Sólo una manera. Y ella lo sabría ahora. Tenía que saberlo, necesitaba saberlo.
            Lo sabría.
            Alejó el cuchillo de su cuerpo y lo clavó con fuerza en su estómago, sin miedo ninguno. 
            Un dolor desgarrador.
            Sangre emanando de su cuerpo y rodando por sus manos.
            Cayó al suelo feliz, disipada su duda.

En la realidad Virtual las personas no sangran. 

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